Colillas.

En cada cigarrillo encendido viaja lentamente la muerte entre mis labios secos y ajados…

Las colillas son arrojadas en el cenicero de amores melancólicos…

Las cenizas que se pierden en una locura;
el humo que se eleva con mis angustias;
las pavesas que arden con mi alma.
«Y, colilla tras colilla, al hoyo lanza»…

Solo sé que la dulce nicotina viaja lentamente a mis pulmones insaciables en la brumosa lejanía…

Condenada nicotina, ¿acaso no entiendes que asfixia mi corazón?… ¡Ah! sí…soy un esqueleto que de mi mismo me da horror…

Sí, los espirales del humo se elevan al cielo como ángeles traicioneros.

También el licor embriaga mi silencio,
rodando como un vil cerdo en el tiempo sin control… ¡Ah!, mi corazón ahora es simplemente una estripada lata de cerveza…

Poco a poco mis pasos se hunden en el fango de la soledad…
y mi alma perdida en la eterna oscuridad…

Mis labios resecos y gastados,
mi piel ajada por el humo constante de la indiferencia…

Mi mente llena de espirales de incertidumbre,
mi corazón está latiendo al ritmo del tabaco sobre la cumbre de la muerte humeante…

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Ella fue mi mejor método asfixiante, mi vicio predilecto, el que más me ha matado apareció con su manto de rizos sobre los hombros y…

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