Hasta mi reloj te extraña.

Tic-tac, por desgracia la soledad
enlentece al minutero y solo avanza
cuando empiezo a reír.
Las horas toman mis pestañas y tiran
con fuerza para cerrar mis ojos,
hace que me pierda en un sueño infinito
donde la vida es un lujo y la muerte un camino.
Tic-tac, y solo veo como las estrellas
avanzan en mis sueños;
ya no hay princesas, ya no hay musas,
la muerte me saluda y me invita a besar sus mejías.
El frio de mis manos acusa la ausencia
de tus besos; mis ojos obedecen a las horas
y no quieren abrirse si tu no estas frente a ellos.
El reloj que me regalaste también te extraña,
muere conmigo y ha decidido
Detenerse en la hora exacta de tu partida…

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