El caballero ardiente. Parte primera: Los orígenes del caballero ardiente

I Los orígenes del caballero ardiente
-Ahogada en sangre-mandó el Diablo.
¿Qué será de su señor y de su hija?
Sin cielo almas muertas que las cobija.
Y en esto el hombre clavóse un venablo.

¡Cuan desdichada vino a ser la niña!
Las noches los soñaba y por el día
la luz que se los llevó maldecía.
Empero el Cielo abjuró de su quiña.

Más polvo que oro saca al inmoral,
mas suple la lar y cena caliente.
Mucho la visita un noble por cliente
-¡Y la sangre no miente!-plañe el yal.

Vientos del norte se llevan al conde,
brotará rosa negra sin humor.
Así la luna nueve se esconde,
nació un ángel que juró al pecador:

-Temed el día en que aprenda la espada,
sombra sin honor y sin sentencia,
un solo hombre os hará cruzada
y no os salvará la penitencia.

Bailaste mil la danza del acero,
en los ojos el fuego y la muerte,
y como héroe del romancero,
ensillaste y no volvieron a verte.

Joel Delgado Arrebola

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