Juicio a todos
Las serpientes se matan entre sí:
abran las puertas de las celdas.
Lloran las madres, mujeres e hijos
Por los pecados de otro.
No se aguantan, son mentirosos.
Solo piensan en sexo. Estudian a los locos, no a los cuerdos. Aprenden a entender que el malo siempre piensa que él es bueno.
Lavado de cerebro, música sagrada,
tortura y sufrimiento mientras suena la tonada: el corazón palpita el nombre de Dios mientras su sangre es derramada.
Yo soy Dios de los justos, de los humildes, de los buenos. A los cobardes no les queda nada. Sólo un muro de lamentos.
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