El frutero.

Poema, Jhon Jairo Salinas

Aquel frutero cansado
por el trajinar de los años…
Con su caminado lerdo
baja de la montaña…

Con su destartalada carreta…
En la esquina sórdida de la ciudad…
Exhibe sus frutos,
cual arcoiris de frutas jugosas…

Aquel frutero
que viene de la montaña
¡vende!, ¡vende! el amor en dulce
Pitaya, vende!,
¡vende!, los besos en ciruelas rojas.
¡Vende! , ¡vende!, uvas y fresas
hasta agotar sus existencias…

Pasa la prostituta
exhibiendo sus pechos,
le pregunta al frutero
¿Cuánto vale la manzana?_
-¡vale diez pesos!, responde.

¡Tranquila! si, no tienes dinero
me pagas con tus ricas guanábanas…/
¡Ahhh! mi lindo frutero
ellas valen más que la manzana…

Umm… ¿eres entonces un corazón
de frutal prohibido?…
Ella suspira ante el frutero
con sus ojos coquetones:
-…Soy como la amarga hiel
en frutal maldecido…

El frutero inquiere:
¡Eres entonces pecado,
hecho en carne…
Peligrosa de anón!

¡Ah!, eres cual fruta madura,
¡exquisita!,
¡fruta deseada!
¡fruta madura, sabor a miel!…

Con el pasar de los años
el amor de aquel frutero
siguió navegando ebrio
en el sol de los viñedos…

Su acritud de fruta madura
muere lentamente
en cáscara de vergel.

En su destartalada carreta,
en sórdidas calles,
el frutero venerable,
arremolina su último amor
en fruto maduro…

El corazón del viejo frutero…
seguirá madurando
en el sabor de agua agridulce…
Sus ajadas manos
abrirán el camino
tendido en cáscaras amargas…

Sus frutas seguirán siendo
texturas del deseo,
añorando la fruta carnosa
de un amor fariseo…

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