Descuidos en el hielo

Andaban juntos ella y él,
por la orilla del río Duero,
era la hora del paseo,
tocaba sacar al perro,
a pesar del frío y el hielo.
La rutina de siempre,
un día cualquiera, nada más,
que ande un poco y haga sus cosas,
lo lleva con la correa,
tranquilamente, y ya está.
Coge los guantes, y salen,
media hora seguramente,
el trayecto clásico,
por la orilla del río,
estos días congelado.
Nada peligroso o raro,
sin querer correr riesgos,
pisando con cuidado,
que por ahí no han echado sal.
Según van caminando,
se encuentra con su vecina,
se tiran una sonrisa,
tienen un café pendiente,
y llegan por fin al río.
Lo suelta como de costumbre,
se acerca el perro a beber,
y al ver el hielo, se adentra,
se ha sentido seguro,
pero el hielo se rompe,
el perro se va al agua,
y ella que lo ve, se adentra.
Muere ella, muere él, pobres.
La correa yace en la orilla,
llorando por la pérdida
de su querido amigo.
Ella la tiró al suelo
para ir a rescatarlo,
sin siquiera pensarlo.

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