Vuelvo a ti constantemente.

No sé de qué manera decirte que me duele no estar presente en todos y cada uno de tus estados emocionales, en todos.
Acompañarte y estar presente cuando te ríes, y reírme contigo de la misma tontería. Cuando lloras, y soportar tu pena acompañándote en tu tristeza, cargando con cuánto te haga daño y te preocupe. Cuando estés inquieta, intranquila, abrazarte para respirar contigo en tu inquietud y volver, en el acompasado respiro mutuo, a la luz de una nueva calma. Cuando te sorprendas, hacerlo contigo y vivir la experiencia a tu lado. Cuando tengas miedo, mirarte con los ojos y con mis brazos proteger lo que más quiero, y darte el calor que redima la frialdad de lo desconocido.
Cuando el enfado te absorba las energías, estar cerca para escucharte, y liberar toda mi atención en el intento de volverte a calmar de nuevo.
Disfrutar de tu luz, de tu calma, de la dulzura extrema que rodea tus momentos, tus espacios, tus conexiones con aquello que te hace feliz.
Siento tanto no estar siempre contigo…que me veo en la obligación de aceptar que no eres mía. Y sobrevivir a ello de la mejor manera que pueda. A veces ocupando mi mente con cosas vanas para alejarme de tu recuerdo, otras veces escribo historias paralelas de segundo nivel y las protagonizo sin descanso.
Tengo que aceptar que no eres materialmente nada mío. Y muero en el intento.
Pero has de saber que perteneces a mi alma, al hueco iluminado y profundo que llevo en mi pecho.
Siento que lo ocupas en toda su extensión, todos sus rincones y en todas sus dimensiones.
Debo reconocerme en esta realidad, sin identidad, que me tocó vivir lejos de la tuya y regocijarme en las breves pausas temporales de luz que me regale el destino a tu lado.
Tal vez el Creador de mi conciencia corpórea me diseñó para no acercarme a ti, para dejarte marchar sin más.
Eso pudiera ser fácil de realizar, pero difícil de llevar encima. Un sacrificio que esperaría con esperanza de ver su final, al final de este camino de existencia, y de experimentar su cambio en las siguientes dimensiones que reencarnemos.
Eso sí, no podrá pedirme, ni siquiera el Creador, porque es imposible que sea de otra manera, que me aleje de ti esencialmente, que limpie de tu presencia ese espacio de luz que inundas en mi pecho.
Quizá no pueda estar a tu lado, ni acompañarte en esta vida, pero has de saber que vas conmigo siempre, y que vuelvo a ti constantemente.

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