Oscuridad y tú

La noche murmuró tu nombre, un suspiro en la oscuridad.
¿Acaso eras tú la que caminaba junto a mí, un espejismo,
una ilusión de mi mente cansada?

Te nombré una estrella, una luz lejana en el cielo nocturno.
¿La viste brillar, o tan sólo fue una promesa,
un don hecho a la sombra para calmar su latido solitario?

Caminamos juntos bajo mundos ajenos,
nuestros fantasmas danzando, nuestras luceros cruzándose.
La tierra giraba, implacable y silenciosa,
mientras nosotros vagábamos sin rumbo.

En algún lugar, nuestros perfiles se fundieron,
negrura y estrella, la una enrollándose a la otra.
Quizá para siempre estaremos así,
ligados en las tinieblas y en la luz.

La sombra y la estrella, tú y yo,
dos fantasmas que se balancean en el éter.
El tiempo se pierde, y sin embargo perdura,
eterno, como nuestro paso errante.

La soledad murmura mi nombre, un suspiro en la eternidad.
Te nombro, estrella, y tu luz me envuelve.
Ambos vagamos, oscuridad y fulgor,
deslumbrados y ciegos a la vez.

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