Madre mia
Otra vez crucificado,
no hay descanso para Dios,
siempre está siendo envidiado,
hace las cosas tan bien que parecen mal.
Es tiempo de entender que el diablo
es el compañero del cobarde,
del débil, ¡de ese hijo tuyo
que no quieres!, pero que
bien pudiera ser Cristo personificado
si sólo crees en que puedes,
si sólo te dices a ti misma:
«yo puedo criarlo, yo soy la madre María»
Y los sueños que tengas, tus alegrías,
todas podrás dárselas a tu hijo sagrado,
tú podrás escapar del sufrimiento,
no con el llanto desesperado
sino con ese amor tuyo de madre,
que es demasiado, que no es sino un
abrazo, un beso en la frente y un
«te deseo lo mejor para siempre, chao».
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