La Lengua Castellana

¡Cantad, chirimías sonoras!
¡Retumbad, órganos de oro!
Cantar en palabras sinceras
Pretendo, ¡oh escuchad!
De lengua que no simplemente adoro.

Surgida en las llanuras
Potentes e inquebrantables
En aquellas polvadas anchuras
Donde Castilla la madre
Las sus llanezas desenvuelve.

Crecido a través de los siglos,
Por sabios gigantes forjado,
En este humilde poema
Bastante serás alabado.

Ahora, de reverencia llenado,
A vos, idioma loado,
Te ruego que me condesciendas,
Fuerte señor venerado,
Que tanto amor me enciendes
Aceptando mi dádiva honrada
Con suma piedad regalada.

Hoy quiero encomiar tus proezas,
Tus fazañas pretendo loar,
Cantando tus santas altezas
En verso te voy a alabar.

Con esto os ruego humilde,
Al canto oído prestad,
Si quiere su ánimo libre,
Mi verso, señor, escuchad.

Que ya que magnánimo sois
No desechará su vuestría
La mínima dádiva mía.
Así que comienzo, potente señor,
Su gloria decir y luciente fulgor.

En la Península majestuosa
Do nunca se pone el sol
Tu vía hubiste empezado,
En los albores primeros tu arrebol
Al Sur le hubo honrado.

Cuando el críptico pueblo ibero
Sus tierras iba poblando
Y el pueblo valiente,
Guerrero y fiero su norte amedrentando.

De sierras alpinas aquestos,
Del Sur aquellos venidos,
Con sus lenguas por vastos terrenos
Quedaron los dos esparcidos.

Y tiempos pasaban sin visos de apresurar
Su carrera pasmosa
En siglos, cuando el mar parecía
El elemento impredecible
De lengua que sólo nacía –
¡Oh grave misterio y temible!

Oleando igual que la senda marea
En la que agua y aire se entreveran,
A tu palacio firme cimiento se crea
Cuando los pactos celto – iberos se cierran.

Por los carpetos valientes, y vetones tan esforzados
Que al Neto rezando animales le inmolaban,
Y pintados de rojo, de todos temores privados
Sin arneses ni escudos en las batallas entraban.

Y los tartesios, ingeniosos en artes y en mercados
Que a los dioses suyos toros les ofrendaban.
Estos al norte, aquellos al sur adentrados,
Mezclando sus lenguas, la base primera sentaban.

Corrían los siglos, rezumándose como arena
Culturas externas se alternaban, en tuya improntas dejando,
Fenicios vinieron, a focenses rindió Cartagena
Con intrépidos celtohispanos en vano luchando.

En el año centésimo segundo romanos aparecieron
A cartagineses de tierras iberas echando
Mal daño entonces a los lusitanos hicieron,
Reduciendo a cenizas sus pueblos y gentes exterminando.

Dos siglos pasados, las legiones tu septentrión
Con armamentos y fuego invadieron;
Mas cánabros, galaicos, astures prefirieron la muerte
A ignominia de los vencidos y malhadada suerte:
Que mansamente las tribus no se rindieron
Y resistencia única y singular al invasor opusieron.

Vestidos con denuedo, no coseletes forjados
Impertérritos mismos, en lucha horror infundían
A hombres romanos, a cual más esforzados
Que antes apenas temor conocían.

Mas pasan los años, las tierras iberas
Por Roma se ven doblegadas,
Las célticas tribus, las tribus guerreras
A hablar en latín obligadas.

Iberia expira, en llamas lucientes
La pira mortuoria arde,
De lenguas nuevas provincia reciente
Vio luz bajo el signo de Marte.

Y tus años antiguos ilumina latín
Por férrea mano impuesto,
Con luz de Lucano, cordato sin fin,
Y Séneca, sabio honesto.

Mas lengua tan culta y tan acendrada,
Labrada por culta y sabia acción
De nobles insignes y cuerdos hablada,
Comienza su transformación.

Discurren los siglos, cual ebrio sopor,
Y el sermo vulgaris cambiando
Marcó tu inicio tu esplendor,
Cundió, a nosotros guiando.

Y vienen los godos, el pueblo de pro,
Por sus desmanes movidos,
Con huestes potentes su gente entró
Portando aceros temidos.

En cualidad de los nobles, condados mandando,
El pueblo matón y severo,
En tu defensa con armas velando
Aportóte palabras de hierro.

Más años pasaban de tu formación
Y lengua nueva forjando
En enigmática transubstanciación
Lenguajes se iban mezclando.

¡Y al fin emergiste, tierra nueva dichosa,
Llamada del mar de los siglos oscuro
Y obcecónos entonces tu faz luminosa,
Oh, sol refulgente y puro!

El “Viaje de Santa Egeria” antes,
“Cantar de Mío Çid” Ruy Díaz luego
Sellaron tu existencia con letras pujantes,
¡Oh, lengua ardid, indomable fuego!

¡Oh, lengua! Tu nunca parabas en tu progresar
A cumbres nuevas saliendo,
Igual que un cóndor que nubes pretende cazar
A épocas sobrexcediendo.

Y cada magnífico tu escritor,
Sus obras al noble metal agregando
De lengua bellísima fue creador,
El arma sin par e invicta forjando.

Más años pasaban, tu faz moldeando
Y confines pelágicos atravesando,
Al fin descubrió el terreno nuevo
Colón, ilustrísimo aventurero.

Y comenzaste tu marcha por tierra ultramarina,
Origen de una cultura nueva marcando,
Y renaciste, y fuiste tan única y tan divina,
Visiones del mundo y lenguas entrelazando…

Y cuando España sus tiempos penosos sufría
De infortunios del decimoséptimo siglo llagada,
Tú fuiste quien su renombre mejor protegía
Al vértice de tu desarrollo llegada.

Y retronó igual que un instrumento sonoro
Al mundo devoto y admirado dejando
Tu gloria: inigualable Siglo de Oro,
Y alumbraste el orbe, a cada lector embrujando.

¡Castellano! En tu majestad y fulgor
Revive el alma y la noble historia
De pueblos crecidos en tu esplendor
¡Su fuerza encierras, su fama y gloria!

¡Lengua antigua de ínclitos luminares
Fuerte y culta, por siempre seas loada!
Lengua excelsa que hablan felices millares
¡Arma invicta gloriosa, lumínica espada!

¿Quién no se postrará ante tu magnificencia?
¡Tu riqueza alegra, tu celsitud arrebata!
Cuando te veo, olvido pesares y toda dolencia,
Y sé que el mundo entero te altamente acata.

Ahora, de sumo respeto a tu grandeza llenado,
Confieso, oh lengua – tu eres mi vida y alma.
Aunque no soy nativo, te he elogiado;
Tu ausencia me quita, tu presencia retorna la calma.

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Responses

  1. Soy un estudiante ruso y me dedico al estudio de la lengua española y las literaturas de países hispanohablantes. No soy hablante nativo pero he intentado componer un verso sobre este excelso, magnífico, incombarable y tan fuerte idioma que es el castellano.