Una Última Noche
A su viejo cuarto entré,
Las sábanas recordaban
La posición de su último sueño
Y me di cuenta
Que la herida seguía abierta.
Me acosté una vez más
Imaginándola a mi lado
Anhelando dormir con ella
Una última noche.
Abrí los ojos somnolientos
Saludado por las estrellas
Tras su ventana
Y vi formarse una silueta
Junto a la cama.
Era ella mi amante muerta,
Blanca como el hueso,
Cómo no reconocerla.
Vi deseo en su mirada,
Amor y nostalgia,
Y yo perdido en su cara
Veía como se acercaba.
Avanzaba hacia mí
Con los brazos abiertos,
Era como un fuego helado,
Un torrente de pasión
Calmo y sin energía
Que lentamente
Sobre mí se reclinaba.
Frente a frente
Ella y yo
Nuestras frentes se tocaban
Y a la vez no.
Entrelazamos dedos,
Su toque no podía sentir
Solo un frío de ultratumba
Quemando mi piel
Desconcertante retazo
De mi euforia en el pasado.
Su brazo rodeo mi cuello
Haciendo temblar mi columna,
Y a un agónico paso
Unimos los labios.
Su gélida lengua,
En mi interior la sentí
Contrastando al resto de ella
Rebozaba de vida
Danzando con la mía,
Volviendo mi boca
Un espectáculo politérmico.
Se separó de mí,
Un anémico pedazo
Del yo de hacía un momento,
Y sobre el cuchillo
Que yo llevaba en la cintura
Ella tomó asiento,
Dejándome ver
Por su cuerpo traslúcido
Su vientre apuñalado
Desde dentro.
Se lo clavaba
Repetidamente,
Frenéticamente,
Como la danza
De un ritual pecaminoso.
Alegría y resignación
Compartían su rostro.
Al frío entumecedor
Ya me había acostumbrado,
La ternura y el calor
Que irradiaba su alma
Podían contrarrestarlo.
Ella bajó de su montura,
Bañada en ectoplasma,
Y con su propia lengua
Comenzó a limpiarla.
Su piel brillaba,
Me sentí tentado a acariciarla.
Acercando una mano
Con suma lentitud
Me detuve al sentir
El contraste térmico;
Sus ojos me lo dijeron,
Su mejilla había alcanzado,
Y despacio subí hacia el pelo.
Cerró los ojos en éxtasis.
Ella dejó ir el cuchillo
Y más flotando
Que arrastrándose
Ella subió hasta mi pecho
Y apoyó la cabeza ahí,
Simulando estar acostada
Ella levitaba
A milímetros de mí
Intercambiando temperaturas.
Su brillo era tenue,
Languidecía,
Estaba cansada.
Fue cerrar los ojos
Y al volverlos a abrir
Casi era de mañana,
Con el sol a punto de salir
Y ella alejándose
De la cama.
Se dio la vuelta
E intercambiamos miradas,
Lo que en su mejilla brillaba
Parecía una lágrima.
El viento se la llevaba
Como a un montón de arena,
Y saludaba con la mano
Mientras se esfumaba.
La amargura,
La desolación,
Pensé en acompañarla
Pero algo en mí me detuvo;
Me conformé con dar las gracias
Por aquella velada,
Una última noche
Para los dos.
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