Una renovación interna.

Pudiera parecer
en esta húmeda y templada mañana de invierno,
que soy yo quien penetra en el bosque
que soy yo quien transcurre,
por estrechas veredas de grava y barro,
quien navega por el espeso verdor de los árboles.
Pudiera parecer que soy yo
quien se adentra en el bosque,
y, sin embargo,
es Él quien camina dentro de mi
es Él quien se infiltra
en el vacío frío de mi ser
en esa soledad absoluta
donde el silencio, a veces canta.
Penetra en mi
y me viste con su cielo y su agua
con su verde y con su viento.
Se adentra Él en mi
y me cura desde dentro,
renueva mis esperanzas
y da oxígeno a mis recuerdos.
Por sus caminos me voy acercando
a quien soy cuando estoy conmigo,
me voy descubriendo
desgranando mi verdadero ser.
Por eso respiro agitado, supongo,
al descubrirme así,
en mi soledad,
en el transitar conmigo mismo.
Dejando que el bosque y su magia
hagan la limpieza que necesito
expulsando mis pesares afuera, lejos,
donde mis pensamientos no puedan llegar a reconocerlos.
Recobro nuevas fuerzas
casi agotadas por alejarme de mi
en el sostén de los días más grises
en los que debo existir por fuerza.
Poderoso el bosque en mi
me renueva, me repara,
me abraza con su magia.
Me convence al mostrarme
la verdadera forma de mi esencia.
Ilusionado me voy descubriendo
teniendo claro quién soy ahora
veo transparentes mis metas
ahora siento con más fuerza, si cabe,
que lo que persigo en esta vida
está a solo unos pasos, cerca,
al alcance de mi esfuerzo
al alcance de mi mano.

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