Y ella lo abrazó.
Su cabeza desplomó en su hombro y sus lágrimas mojaron su camisa.
Ella dejó de abrazarlo; le susurró al oído «lo siento»
Él se quedó estático, pero ella no podía esconder sus sentimientos.
Luego se miraron y se sonrieron
Él pidió «perdón» y ella quiso ignorarlo.
Y así pasaron horas y nunca se hablaron.
Nunca fueron capaz de quedarse solos
Ella no podía mirarlo; no era capaz.
Ella se rindió….
Ella era la niña temerosa que quedó perdida en la dulcería.