UNA
Apagados, lejos, truenos encerrados en mi mano, entre las falanges de los dedos estallan relámpagos, arden meteoros en los ojos del enfermero, sus manos queman mi piel, su aliento me ahoga. Encojo mi cabeza. Oculto. Hablan.
—Oye, ¿cómo te llamas?, eh, oye, dime, ¿cómo te llamas?
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