Un lugar que me habla de ti.
No salí esta mañana muy temprano,
cómo he hecho otras veces,
pero al cielo le costaba amanecer
el sol asomaba sin fuerza
por el hueco que dejaba el cielo gris en el este.
No sabría ahora poner nombre a esa soledad.
No sentí frío y mi trasiego era fácilmente superado.
He disfrutado otra vez:
de caminos humedecidos por escarchas
de verdes sementeras alfombradas entre dehesas infinitas de viejas encinas.
No sé verbalizar con claridad este sentimiento, pero siento que estuve en el lugar adecuado.
Me acompañaron decenas de cantos de diferentes aves que me hacían levitar sobre el camino.
He disfrutado mucho, pero no sabría decirte quién pintó el cielo así hoy.
No ha sido como esa soledad callada que tengo, a veces, conmigo. No he estado solo con mis pensamientos. El paisaje, y todo lo que en él se encontraba, me han estado hablando de ti y de mi.
He venido tantas veces aquí…todas fueron diferentes…todas bellas y necesarias.
Las ovejas levantan la cabeza al verme pasar, pensarán que estoy loco o que soy afortunado, no lo sabría decir con seguridad, porque sus rostros son lisos , llanos, sin expresión. Me gusta pensar que interrumpen su monótona actividad rumiante para saludarme.
Algunos coches «vuelan bajo», eso sí que es una locura, la velocidad les impide ver los detalles del cielo, del suelo, del aire.
Ninguno me ha pitado…no debo estar tan loco.
Mañana vendré, de nuevo, a mirar de qué color se pinta el cielo, a escuchar que tiene que decirme de ti este lugar tan mágico.
Responses