Sin ganas ni rebuscos malheridos
me tedio de perderte sin motivo
porque nada tengo, porque nada temo,
porque nada es mío.
Quédate a la esquela de mi espalda,
descósete el tergal de los sueteres,
más vale sea que yo no te adultere
los edenes cuando falte la manzana.
Me dejo de entrecejos sin dignarse,
me finjo todavía como tan tuyo,
pero con pérfidos intentos de olvidarte.
Tan puede que mañana se haga tarde
como que luego gane pues te huyo
y quede de entre nos punto y a parte.