Santos Inocentes.

Poema:Jhon Jairo Salinas.

Aquellos inocentes niños, asesinados en pervertida fábula de Herodes,
Rey guiado por la maldad, la avaricia y la estrella de la muerte.

La espada bendecida con sangre de niños inocentes, sus corazones repartidos en mares ardientes.

¡Hoy niños huyen del hambre!
¡Hoy niños huyen de la sed!
¡Hoy niños huyen del abandono! Huyen de la maldad de proféticos abusadores.

Santos inocentes perseguidos por ángeles de la muerte; ya no respetan su llanto, sus cuerpecitos son profanados.

Hoy, Herodes está reencarnado en sátrapas gobernantes, engullendo presupuesto de inocentes infantes.

¡Hoy, a niños inocentes les niegan el trigo!
¡Hoy, a niños inocentes les niegan el sorgo!
¡Hoy, a niños inocentes les niegan el millo!

Voces inocentes desde el azulado cielo piden justicia, luz y castigo. Que se abra un boquete de pan y abrigo.

Almas de niños impíos, aún sus corazones arden de frío, en acero de espada, esculpidas sus almas, en oro asesino.

Hoy, a niños inocentes les cortan el jardín.
Les niegan la risa de fiesta infantil…

Niños inocentes, desde las ventanas de la ignominia, exclaman sus gritos… pero nadie los escucha…en un mundo lleno de cementerios esculpidos en lágrimas de inocentes.

Sus corazoncitos fundidos en impúdica injusticia, donde muchos niños ya no mirarán el cielo, ni probarán un trocito de amor…sus corazoncitos latirán en eterno silencio.

Niños inocentes,
sus almas son como ventanas que se abren en bendita luz, opacando tiránica cruz.

Niños sin rostro,
Niños sin risas;
se los lleva el viento de tiránica malicia.
Herodes ríe, mientras madres lloran en escarnio dolor.

Desde sus palacios de gobierno, siguen festejando la muerte de risa infantil.
Niños inocentes no la sienten porque sus corazoncitos olvidan… guardando en ellos su fina pureza.

«¿Quién vió?, ¿Quién vió salir un bracito roto en la noche con la cruz de sangre, o una estrella apuñalada? ¿Quién vió la sangre de niña?, ¿Quién vió la sangre del niño?».

Hoy, ríos de niños muertos van buscando su puerto, entre soles y lunas… aves de carroña murmuran su muerte.

Hoy, los niños inocentes siguen gritando como pequeños lobos heridos; en las calles, en los ríos, montes y praderas, en sangre derramada en corazones inocentes.

Hoy, las madres corren por las calles como bultos de espanto, entré la tibia tiniebla, ranchitos de paja salpicados de sangre… ¡con sangre de cordero avisan la barbarie!

Ellos, cierran el sentimiento a impúdicas realidades, aunque parezca raro… Niños inocentes siguen gritando en rondas de fiesta infantil.

Hoy, los niños negros, blancos, mestizos, indios… Sus cuerpos son ofrecidos. Que se callen los vientos de muerte para siempre…¡Sí! Para siempre.

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