¡Que no soy Palomo Cojo!

Tú quieres que me concentre
En el brillo de tus ojos,
Sólo de ti estar pendiente.
Convertirme en penitente
Si se escapa algún reojo.
Pues cuando eso sucede
Es lo que al dolor precede.

Siento puntera en la tibia
Ahogarme tu mal de ojo
Salpicándome tu enojo
Increpando mi lascivia.

Y tengo que agradecer
A la gran diosa fortuna
Que de cada cien, ves una
Pues me esfuerzo en parecer
Abstraído por las flores
Y los miles de colores
Que tiene el atardecer

Sin olvidarme de obviar
Y quitándole importancia
A perfumes y fragancias
Que me muero por libar.

De verdad no es un antojo
A las fiestas de soñar
No me paran de invitar
Y a mí me gusta mirar
Para eso tengo los ojos.

Que no lo puedo evitar,
¡Que no soy palomo cojo!

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