Profunda espesura

Cuando no se ve nada,
en esa zona amarga,
tan grande, y que nos abraza,
con su fría y oscura capa,
mantenemos la mirada,
y una vez allí en medio,
perdida y encontrada,
sola y acostumbrada,
intranquila, y sosegada,
empezamos a ver la luz,
luces, puntitos de luz,
allí donde no había nada,
semillas de esperanza,
puntitos en los que vemos,
puntitos que nos narran,
memorables hazañas,
heroicas aventuras,
amores y venganzas,
pasiones consumadas,
verdaderas o inventadas,
en verdad bien halladas,
con múltiples intrigas,
y también con enseñanzas,
historias muy humanas,
que hablan de nuestras almas.
Las almas allí reflejadas,
a veces, al cabo de un rato,
no sé, no sé dónde entran,
que quedan bien a gusto,
perdiendo el miedo a la nada.