Princesa Alquimista

Dejé de escribir hace más de diez años. Esto es lo primero que escribo desde entonces. Sé que no es muy bueno, y me encantaría oír cómo mejorar.

Empiezo a entender a Neruda cuando dijo “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”

Cuando te conocí
Jamás pensé que llegarías aquí
Y es que cuando primero te vi realmente apenas te vi
Conocí a tu papá y tu mamá, y tú eras solo la princesita que venía detrás

No tardamos mucho en descubrir que la princesita hablaba
En conocer su hermosa personalidad
Su buen sentido del humor
Amor profundo y lealtad
Y de alguna manera
Sin que me pudiera percatar
Entre hablar y chistear, bromear y bulear,
le puse nombre a la princesita: mi hermanita

Aquella princesita
Mi hermanita postiza
Todo chiste y sonrisas
Mientras te conocía me daba cuenta que eras más de lo que parecías a simple vista
Princesa alquimista
¿Cómo ablandaste el duro metal de mi corazón?
¿Cómo transmutaste los lentes de mi visión?
¿Qué pócima es esta que se apodera de mi razón?
Sin querer has triunfado donde ejércitos fallaron
Tu magia deja mis castillos en ruinas
Sin esfuerzo alguno, a todos mis soldados ultimas

Y ahora estás aquí
invadiste mi corazón
En mi orgullo pensé que este fortín era impenetrable
Y que estos pasillos vacíos nunca volverían a ver a nadie
Ahora pago por mi arrogancia,
porque sin importar cuanto resista
Ahí estás, princesita alquimista

La princesita es la misma
Pero cada día descubría algo nuevo en ella
Aquellos grandes ojos que harían abochornar a cualquier estrella
El lunar que sirve de puntuación
A la escalofriante oración
del delicado rostro que escapa cualquier descripción
El suave cabello que enmarca tu semblante
Princesa deslumbrante
Ante tu presencia la más gloriosa creación se siente insuficiente
y hasta los astros lloran de envidia al verte

La princesita es la misma, pero todo lo demás cambió
La princesita aun me habla,
Y no puedo más que perderme en los dulces tonos de su voz
La princesita aun ríe
Y con cada sonrisa derrumba los muros que protegen lo más profundo de mi interior

La princesita es la misma, pero ahora quisiera llamarla algo distinto:
mi princesita

Princesita,
Me contagias con tus ganas de vivir la vida
Con tu pasión por cosas que a mis ojos son mundanas y aburridas,
pero en los tuyos son preciosas gemas, dignas de ser celebradas y compartidas
Princesita inocente y llena de amor,
Aunque a mí me has dejado roto
Daría lo que fuera por que nunca conozcas el dolor

Princesa alquimista, que nunca serás mía
Que inicua ironía
Que tu magia transformó mi ser
Pero que yo no tengo magia para transformar el tuyo
Este mundo tiene un sentido del humor cruel
Le juega trucos a aquel cuando menos los aguanta
Y le da solo dos opciones: resiste o quebranta
Y que broma tan despiadada
Que la magia que transmutó mi ser
A ti no te hizo nada
No te afectó
Y que aunque yo te vea como mi princesita
Tu me sigas viendo como un “hermano mayor”

Por eso hoy soy yo el que quebranto
Es mi corazón que dice ya no aguanto
Mi almohada la que moja de llanto
Mi pecho que va a reventar
Y mi lápiz que ya no puede encontrar más palabras…

Princesita, no te angusties; que tu corazón no conozca el sufrimiento
Porque es muy puro para cargar con este lamento
Así que solo estas líneas escucharán mi tormento
Solo este papel verá la tempestad cuyas olas me arropan
Y en estos versos me ahogaré
En mis pesadillas me perderé
Al saber que no te tengo, pensar que nunca te tendré…

Empiezo a entender a Neruda cuando dijo “Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Escribir, por ejemplo: La noche está estrellada y [tirita]”
O en mi caso: “Por más que yo la quiera, jamás me querrá mi princesita”