Poesía de Medianoche – Milagros Gomez

Entre caravanas y noches frías,

Nacen penumbras, diversas sinfonías.

Desde la fúnebre tempestad de las heridas,

Todo recuerdo, carece de efímera empatía.

Gotas caen entre tanta humedad,

Los sonidos del bosque, retornan mi hogar.

Entre senderos vacíos habita la verdad,

Gritos y suspiros que nadie quiere escuchar.

Yo me encuentro en el fondo,

Como una luz, en espacios rotos.

Un cuervo entre ramas y grietas,

El polvo en una casa desierta.

Mi asombro, es sombrío,

Más no, mis gritos de auxilio.

Aquellos que me cambian de forma abrupta,

Los mismos, que hacen de mi mente corrupta.

El mañana me consterna,

Será mi percepción obsoleta.

Mi mente, una fría marioneta,

Baila entre tumbas, corrompe sus metas.

Que el mar se lleve mis dolencias,

Y el silencio ahogue mis proezas.

Tal imprudencia, el estar despierta,

Sueños rotos que pesan en la conciencia.

Por las noches, entre la niebla cruda,

En mi refugio se quiebran penumbras.

Cuál cuervo viejo, acechando frente a la luna,

Entre abismos, se pierde hasta la cordura.

El peso del dolor quema mis entrañas,

Las vuelve polvo hasta quebrantar mis alas.

Ojos que lloran ante el alba del mañana,

Un triste deseo que quedará en la nada.

Y es así, que en el mes de octubre,

Cuál misteriosa incertidumbre.

Todo invita a que no te acostumbres,

El camino es maldito si evitan que alumbres.

Hay monstruos incluso sin traje.

Dibujan sus caras entre tanto desastre.

Ilustran piezas rotas donde hay libertinaje,

Paralizan lo que tocan, cuál shock electrizante.

Me deslizo hacia el terror,

El sucumbe ante mi.

Hace que pierda la razón,

La oscuridad no me deja partir.

Agoniza mi corazón,

Lo perverso lo hace latir.

Oculto heridas en mi caparazón,

Rostros que atormentan y no los dejo ir.

Si el mal nos alcanza,

No me podré resistir,

La espera de un mañana no basta,

Y yo, me cansé de huir.

Cuando la agonía quebranta,

El cansancio empieza a consumir.

Las horas del día matan,

El silencio se apodera de ti.

Estas gotas de sangre no mienten,

Fragmentos y dolencias que el pasado revuelve.

Entre muros, una odisea que carcome la mente,

Todo espacio seguro se pierde intensamente.

En la tensa madrugada suenan campanas prominentes,

Los ritos queman cuál fuego ardiente.

¿Será este el fin de mi poesía fúnebre?

O será la voz, de las lágrimas que siempre contuve.

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