¿Podrá ser…?

Cruzado de brazos sobre las cenizas de Adán, en el cielo los ángeles esperan y lloran, con música fúnebre, sobre nubes de acero.
En el desierto hay una verdad eterna: hijos de la verdad no mienten. Escudriñan las almas, conocen las heridas profundas y las falsedades.
El caos es visible, sobre las calles yacen los féretros de los que no tienen nombre, pero Dios conoce sus nombres.
Junto a su mansión sagrada hay otras mansiones, de aquellos hermanos que no tuvieron miedo a la muerte.
Lo han visto y hay bondad en su sombra, le persigue la luz y a sus pasos le crecen rosas. Nadie lo ha visto, nadie lo verá.

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