En esta tarde mustia y desabrida veo mi mundo arder, mientras la putrefacción abraza mis sentidos, y el miedo y la sangre recorren mis venas, viendo cómo todo estalla, por fervores y celos que visten el aire de dolor y desmadres.
Es difícil explicar, por qué estás loco, en especial en una sociedad sin manicomios e imitadores de cuerdos que te condenan al encierro de vida y palabra, obligándote a amarrar el pensamiento. Tanto que mi yo propio me parece extraño; empiezo a extrañar la sombra de mis últimos instantes en el estante de paz donde solo estaba con mi pensamiento conversándome estás minúsculas notas de sentimientos.
Corrí y descansé, buscando mi lucidez entre complicados caminos, pero me derrumbé en este planeta de indolentes. Nunca el hambre pareció tan sencilla hasta que vi a los niños rebuscando en la basura lo que no han tirado.
Bien sé que es vano soñar, por mi mal y por tu daño que no nos deja progresar, así que acaba por quemar hasta la loca de la esquina, a ver si logra hablar con sus mudas palabras y ocultos fantasmas.

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