Para Gabriel Celis

No creo en la vida después de la muerte, pero siento la necesidad de hablarte.

Desde que te fuiste eres la regla para medir mis logros y el tiempo.

Es extraño hoy ser mayor que tú, pero las noches en Lo prado suelen ser fatales.

Es contradictorio que tuvieras una mirada tan simple de la vida y hoy me hagas plantearme dudas existenciales que han desembocado el éxtasis en mis palabras.

Maldigo ese día y maldigo a tu asesino. Le deseo las penas del infierno, aunque no crea en él.

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