Oda al Quindio.

Poema: Jhon Jairo Salinas.

¡Quindío! patria de la gesta libertaria…
fundida en coro de lanza pijaos, kindos y quimbayas.

¡Salento!, con sus palmas
que cuchichean nuestro cielo,
¡Calarcá!, otrora tierra
del legendario guerrero pijao.

¡Armenia! epopeya,
gesta de rebeldía del tigrero,
¡Buenavista!… nos arrulla
con suave viento.

¡Circasia! con su cementerio libre donde descansan
héroes de rebeldía…
donde la muerte
descansa en febril suelo…

¡Tebaida! edén del paraíso
de mágico verde
de nuestras montañas,
¡Génova! cuna de campesinos liberarles rebeldes.

¡Quimbaya! solsticio
de míticos guerreros,
¡Montenegro!, nuestro jardín de las variedades del café.

¡Filandia! faro
de la colina iluminada,
¡Córdoba! tus mágicas danzarinas cascadas.
!Pijao!, tierra
de resistencia kakataima.

¡Quindío! tierra de mítica obra de la colonización antioqueña.
Casitas de colores refulgentes…
Tierra de ventrudos hombres…
hidalguía y belleza
de coquetas mujeres…
Con sabor a café,
olor a tabaco,
y sabor a guayaba…

Palmas que cosquillean
al cielo…
Miradores que otean las estrellas…
en campos aromatizados
por el suave café…
Cuchicheados por suspiros de Guaduales…
¡Con su rica historia cultural!que hablan de indios
¡que hacían cantar al oro!
convirtiéndolo en chispeantes ánforas y poporos.

Con un pasado de resistencia liderados por el majestuoso cacique Calarcá…
¡Quindío!…con sus mitos
y leyendas brotando;
casta de colonizadores,
quienes se abrieron camino
a punta de machete y hacha.
Se extiende un pequeño departamento de Colombia, otrora, desgajado
del antiguo Caldas.

En orgullosas bodas de oro
les decimos a hijos
y visitantes…
Que pasillos y bambucos
son la sonoridad
de onírico paisaje.

¡Tú, Quindío! adornado
por floridos guayacanes,
flora y fauna;
son la obra perfecta,
de un extenso jardín.

!Tú, Quindio! de bellas montañas
dejás brotar transparentes, suaves arrullos
de danzarinas cascadas.

Aves multicolores
surcan tu bello cielo
en Valle de Cocora.
Tus ríos, matiz abizal
de la aurora.

Cuna de arrieros,
bravura de mi pueblo,
con danza del machetero abriendo senderos de paz,
alpargatas, ponchos
y sombreros,
lucen hombres de hierro.
La danza sigue sin freno…

¡Quindío! tu gente abre puertas y ventanas,
extienden brazos,
ofrecen mente y corazón,
quienes llegan y se quedan
han de darme la razón,
porque mi Quindío
¡es un extenso corazón!…

Serpenteando
en esmeraldino valle…
mágicas aves nos arropan
con alas
de eterna libertad…

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