Ocaso
Callado esta el horizonte, sobre el cuerpo del mar, los peces desearían ser estrellas por algún momento, soy un discípulo del olvido, en mi sangre esta la melancolía hace algunos días, los niños en la calle con su sonrisa dibujan el aire, esa misma que acaricia tu alma, verdugo del tiempo que añora la quietud de la vida, los obreros regresan con justicia a su labor de padres, las mujeres del viento los esperan con la puerta abierta como su alma rota en pétalos quebrados y el ocaso en su agonía apaga la llama del día.
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