No debí dejar de abrazarte.

No debí dejar de abrazarte
ni separar tu boca de la mía
debí seguir respirando
tu aliento en la noche tibia.

No debí dejar de mirarte
ni liberarme de tu aroma preso
el sueño que conseguí robarte
debí seguir, entonces, viviendo.

No debí saltar al abismo
que era alejarme de tu lado
sumar contigo primaveras
aferrarme, eterno, al encanto.

No debiste soltarme la mano
que en la tuya se vio sorprendida
debieron quedarse entrelazadas
hasta el final de nuestros días.

Ahora me hallo buscando
la puerta de entrada a tu vida
voy chocando con muros altos
más no se rinde el alma mía.

No debí dejar de abrazarte
ni separar tu boca de la mía
que ando respirando aire sucio
en esta noche eterna y fría.

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