Nesciente contramor
Acongojado el ser,
echa golpes secos al aire,
lastimándose el pequeño niño de oscura tez,
que sin piedad arremete palabras duras,
llenas de polvo que hace milenios,
casi olvidados en el tiempo,
fueron un fulgurante fuego,
encamisados para quebrantar la hermandad humana,
que se encuentra en aquella fatua consciencia,
dispuesta a verse presa,
por la desdicha de una noche sin estrellas,
ni cometas.
En las profundidades del no saber me inmiscuyo,
distraída entre brisas sin corriente,
relaja tensión contemplando una inmensa destrucción.
Reposo besando una boca de lava,
tan sabrida erupción de elíxires,
como ardiente rocío en la madrugada,
tarareando un canto fúnebre,
al son de las campanadas de la muerte.
Responses