Muerte Indigna

No respondió a ninguna de sus llamadas.
Intentó encontrarla en alguno de sus lugares favoritos.
Preguntó a amigas y amigos y llamó repetidamente a su oficina.
Todos dijeron no saber nada de ella.
Con el paso del tiempo se dedicó a fabricarse una historia a su medida.
Y se convenció de que ella se pasaba las noches llorando por èl,
que por él malvivía.
En su delirio, quiso evitarle el sufrimiento y una madrugada oscura
se dijo que le dijeron que ella había muerto
Ya sosegado y limpio de espíritu, acude cada domingo bien temprano
al Cementerio de los Desamparados. Coloca unas siemprevivas con ternura
y devoción en un pequeño jarrón, al lado de una placa de mármol fría y sin nombre alguno grabado.
Vuelve luego a su casa, come y lee el diario.
Luego toma su café y pasea solo
Y de quince en quince días
se estremece y llora.
Desconsolado y pueril.

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