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No pude sentir contigo,
Ni paz, ni el alma contenta.
Todo fue una gris tormenta,
Que cuando a los sauces toca,
Con sus manos afiladas…
Los agita y los revienta.
Jamás de mí mente huiste,
Ni cuando te lo pedía…
Como si fueses verdugo,
Que limpiando su cuchilla,
Decide besar la boca
Y acariciar la mejilla…
De la desafortunada
Que en cuanto se ponga el alba,
Sin dudarlo, mataría.
Y así continuo el verano…
Y sin pedirlo era otoño.
Y paisajes calcinados…
En el mirar de tus ojos.
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