Misericordia para el Hospital.
Por: Jhon Jairo Salinas
En aquel hospital
de pobres inocentes,
las sábanas de blanco
son teñidas por la desidia
y cobarde corrupción.
Ahora el hospital
es sólo el edificio blanco,
las camas preguntan
por el enfermo,
la enfermera pregunta
por su salario.
Las ambulancias
silenciaron sus sirenas;
el enfermo deambula
¡en el oasis de la muerte!
Mientras los cirujanos tajan
y remiendan su mísero salario,
de las deudas
huyen las enfermeras.
Hoy, nuestro hospital
está en la página
de la soledad…
En la más profunda
de su crisis,
consumido en los versos
de pérfido sistema.
El hospital es la «vida»
sin cantos de salud.
Por el contrario, está cubierto por la sombra del olvido…
hasta el fin y en la noche
afilando la puntería
en perenne ruina.
«No habrá remedio
para este hospital de nervios,
para el gran campamento irritado de este atardecer.»
Y, el gobierno escruta
entre la vida y la muerte,
en el desfiladero
del Estado corrupto.
El hospital, a punto
de convertirse
en sangre de museo.
Hoy los pasillos
están oscuros…
Ya no se ve la vida
ni la muerte…
¡Oh, gobernador,
dinos si sabes
de despiadada angustia!…
Y que no merezca
el brillo de luz perpetua
para el hospital
La Misericordia…
Parafraseando la última exclamación de la gran heroína Policarpa Salavarrieta; antes de ser fusilada por la corona española, frente a la Crisis del hospital, digo:
¡Pueblo Calarqueño no seas indolente ! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio del derecho a la Salud y a vida! Pero no es tarde. Ved que, unos cuantos, hombres y mujeres; nos sobra valor para defender la Salud y la vida, y mil vidas más!.
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