Miles de días pasarán.
Puede que una mañana
me despierte pensando
que han pasado miles de días ya,
y mi rostro humedeció ciento de veces,
qué las tormentas de agosto pasaron,
muchas veces,
y me trajeron tu aroma cada vez.
Pueden pasar uno tras otro
miles de espectaculares ocasos
me saludarán, sin cambio en su imagen,
las rocas rosáceas en mi triste marcha.
Pasarán sí, pasarán los días
con mayor o menor conciencia del tiempo en mi.
Y las noches seguirán siendo tuyas
en el recóndito silencio que encuentro
para regurgitar mis humildes cantos.
Palabras que seguirán surgiendo
del deseo de acercarme a tu presencia.
Quedarán miles de versos escritos
mi corazón seguirá rural latiendo
marrón y verde en el suelo
azul y blanco en tu cielo.
Los días pasarán entonces,
cómo es normal que suceda
y, entre ellos, florece eterno,
siempre florece,
el amor que te guardo,
el deseo que te espera
la otra vida que he soñado
qué no se agota, ni se consume
protegida en su propio estado.
Llegará el día, en un tiempo
dónde poner en orden las cosas
darlas a conocer, ponerlas en marcha.
Cuando, por capricho del azar
se haga la Luz una mañana
y, entonces pase, me despierte
y descubrir que no fue un sueño
porque oyera tus pasos acercarse
y acariciarse mis manos despacio
para luego mirarme eterna
dulce, real, estando a mi lado.
Finalmente seré consciente de todo
esos miles de días pasaron, sí,
junto a ti, entonces.
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