Mi Madre.

Cuando estoy en tu pancita,

tu calor me protege como una cobija,

tus manos suaves sienten mis palmaditas,

y tus ojos reflejan tu deseo de tenerme en tus brazos.

La luz amarilla del cielo,

te entregan la sorpresa de mi llegada,

me recibiste en tus brazos de plumas,

y junto al cielo azul me diste una bienvenida.

Cada día veía yo a una persona nueva,

entre ellos estaban sus felices labios,

y sus brillantes ojos de diamantes,

hacen que las bellas flores canten de emoción.

Feliz está mi corazón de tenerte a ti,

como estar en una fiesta infinita,

el círculo blanco de la noche,

nos une como nadie más en el mundo.

Cada fiesta de cumpleaños,

son como cadenas rotas,

te elegiría hasta el fin del mundo,

para volver a sentir esos abrazos de armonía.

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