Mea Culpa
Vívido recuerdo el de ver como tus manos, aquellas manos que tanto anhelaba que algún día rodeasen las mías, procedían a retirar el cascarón de tela que protegía tus brazos. Recuerdo tus palabras gélidas, que con precisión quirúrgica cortaban mi carne, era mi culpa que aquella hoja que encontraba su refugio en el mullido relleno del juguete infantil hubiese trazado aquellas horripilantes paralelas en tus brazos. No entendía el joven adolscente como había el provocado semejante atentado contra tu piel,desconocía que de él pudiese brotar tan emponzoñadas palabras que pudiesen materializarse en un dolor, que por su inconmensurable dimensión, buscase manifestarse, trascender desde el plano metafísico y llenar tu cuerpo de él. Era de él, entera e íntimamente suya, la culpa.
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