Me pierdo en esa mirada.

Qué extraña y bella a la vez
la sensación que me regalas
cuando, al compartir el mismo aire
clavas impune tus pupilas en mi alma.
Me despeño, en ese mismo instante
mi razón me abandona totalmente
se cubre con un velo el más bello de los ocasos
se caen, sin remedio, los palos de mi sombrajo.
Mi corazón palpita excitado
son necesidad de forzar si quiera su tibieza
ni ser franqueado hacia celestes glorias
simplemente se baña en tu cielo
donde solo llegan los espíritus puros.
Tú me abres la puerta chiquilla
hacia la tierra que me prometes
y yo sigo tus pasos
sin soltarte de la mano.
Y ahí me quedo contigo
eterno en tu mirada
un solo instante me ha bastado
para vivir mil vidas a tu lado.

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