Los lobos
Vinieron los lobos una noche
Se comieron mi carne, mis huesos, mis dientes
Lo hicieron y ellos estaban presentes.
Presentes más ciegos, borrachos, ignorantes
Partícipes de los bocados delirantes
Animaban al lobo a arrancarme las entrañas
Mientras mis pestañas sostenían las lágrimas.
Y a pesar de todo, yo no quería llorar
Sabía que otros podían al lobo
Mas yo no podía matar.
Desarmada, sin aliento
Un bocado, otro intento
Más de mil tientos por contener el llanto.
Y mi sangre en el asfalto clamaba el indulto
De unos adultos de compasión faltos.
Humillaban a la niña, aplaudían a la bestia.
Sería saña, sería inercia.
Sería que odiaban aquella inocencia.
Y los lobos arrancaron mi cara
Y yo me arranqué a llorar
Y para qué salvarme y para qué matar
Si los lobos siempre me van a encontrar.
La próxima vez tendida en el suelo
Esperaré muy quieta, sin anhelar consuelo
O quizá alce el vuelo y me pierdan de vista
Seré cobarde o seré al fin lista.
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