Lluvia gris

Sentado en mi soledad mirando a través de la ventana, veo las gotas caer del cielo gris y recuerdo aquel día lluvioso de nuestra juventud, cuando por fin reuní el valor suficiente para decirte que te regalaba mi corazón.

Recuerdo tu rostro empapado y sonrojado, junto a aquellos hermosos ojos verdes que no se atrevían a mirarme, mientras acomodabas el cabello que caía sobre tu mejilla.

Recuerdo como tus labios se entre abrían y con un pequeño mordisco se aguantaban las ganas de decirme lo que había en tu interior, en lo que las gotitas de lluvia escurrían, sobre tu cabello marrón.

El viento tan frio que nos abrazaba en esos cálidos momentos. Nos brindaba caricias heladas, mientras hacia visible nuestros alientos. Provocando en nosotros la necesidad de acercarnos muy despacio, con la esperanza de besarnos por primera vez, hasta quedarnos sedientos.

Revivo el dulce aroma del perfume de tu cuerpo mojado, y la calidez que emanaba de tu interior. Jamás olvidaré tu timidez plasmada en ese rojizo rubor, que iluminaban tus suaves mejillas mientras te confesaba muy cerquita, mi amor.

Lluvia, lluvia, lluvia que cae y se desliza. Lluvia que arruina y lluvia que lo arregla todo. Lluvia que me la trajiste y lluvia que me la arrancaste de mis brazos sin razón. Lluvia que has sido mi amiga y lluvia que has sido mi perdición.

Recuerdo tus pequeñas manos temblando entre las mías, quizás por el frío, o quizás por la emoción. Sentados bajo la lluvia, mojados, y amándonos los dos.

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