Laberinto

Ahí mismo estaba la salida,
la propia entrada al abismo,
así de cerca la tenía,
yo mismo la he elegido
al cerrar los ojos míos.
En la oscuridad he aprendido
a buscar la claridad,
sin pensar en el final,
sin volver la cabeza
para mirar atrás,
a disfrutar de la soledad
en mi buena compañía.
Encontré una criatura,
elegante y distinguida,
vestida con mucha clase.
No escuchaba ningún grito,
iba pensando en lo suyo.
Entonces, más adelante,
la voluntad encontró
a la solidaridad,
se vieron sin cadenas,
y a fuego, para siempre unidas,
se echaron a volar
sin alejarse de la tierra.

Poema recitado

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