¡La tierra se retuerce de dolor!

Poema: Jhon Jairo Salinas.
Hoy Gaia, el planeta tierra,
no puede seguir siendo saqueado
por el apetito voraz
del capitalismo salvaje y depredador.

Dejen que la tierra sea contemplada
por los ojos de la luna no invadida …
Por el sol resplandeciente,
por el viento fresco, sinónimo de vida.

Que los polos, mares, ríos, montañas,
nevados, páramos, glaciares, bosques,
sean sujetos de derechos humanos.

La tierra como el niño recién nacido,
llora y grita desesperada;
la maltratan y la humillan constantemente,
la invaden, devastan y la expolian. No la respetan…

Pero ellos ignoran que en ella
se oyen cosas maravillosas.
Se escuchan los vientos
en los cinco continentes reclamando justicia.

La tierra reclama el cielo y nos sosiega
en el ruido de sus ríos,
en las cascadas de las montañas,
en el rugir de volcanes y animales
y en el canto de sus aves.

Pero ahí aparecen los monstruos metálicos
queriéndose devorar la selva;
se oyen sonar los misiles ultrasónicos amenazantes…
anunciado otras guerras.

La tierra en su lomo
retoza la barbarie y la muerte.
Ella es el pecho de vida.
No permitas que muera su hijo.

¡Señores tecnócratas!
«En la tierra está el agua libre e inquieta,
el aroma y el sabor de todas las hierbas
que nos llevan al cielo y al infierno».
Seguiremos cantando «entre los hilos verdes de esas hierbas».

Sus cejas se fruncen en las pestañas del universo invadido,
ella golpetea con su mano justiciera
en asamblea de bello jardín,
en estampado rayo del sol.

Pese al apetito de mercado de grandes potencias,
la tierra nunca dobla su rodilla;
así su cuerpo muestre fatiga.
Llevando para siempre un «paliacate rojo» en sus polos.

Señores bribones del capitalismo:
¿Acaso no se dan cuenta de que la tierra se retuerce de dolor?
¿A caso no se dan cuenta que ella grita de amargura…
«dirigiendo sus puños al cielo», clamando justicia?

En ella también tiembla su cuerpo,
“sintiendo la tortura todos tus lamentos».

¡Ustedes, regentes del capitalismo salvaje depredador!…
Han saqueado sus entrañas y están cortando sus «pies leñosos».

¡Ahh! «pisotean las frondas que tapizan tu piel»
con venenos esparcidos asesinan los panales de vida…
«Envenenan el céfiro
que hacen volar los pájaros».

¡Déjennos sentir! olfatear los perfumes
de nuestros bosques,
observar el millón de colores
de nuestras selvas.

No permitiremos un planeta
rendido ni mancillado;
por el contrario, dejen que los mares
«crezcan con zancos de tiniebla»

¡Somos hijos de la tierra! ¡Gloria de los frutos!
encendemos las raíces de la humana alameda,
alumbramos el huerto, soñando en única Pangea.
En vientos huracanados
hombres y mujeres
defenderemos el bosque.

Queremos un planeta
donde los niños y niñas hermanados con Gaia
le canten y le pinten a la paz,
borrando el significado de la guerra.

Donde el pan y el canto
deben ser logros
contra la hambruna.
Que la especie humana no tenga precio.

Señores gobernantes y tecnócratas
no nos rompan el futuro;
ustedes con su avaricia están destrozando el bosque,
secando humedales, «el agua, ya no es el agua».

Hoy el planeta tierra se rebela…
ustedes no lo dejan respirar
hoy la atmósfera «no es azul, luce ocre»
miles de ecosistemas arrasados.

¡La montaña no es montaña!
«el mar un estercolero,
los peces no viven, mueren,
los ríos son los vertederos»

¡Estúpidos…! la luna ya no es blanca.
Está de luto,
el sol ya no calienta…
está quemando la tierra…
¡Madre Gaia ellos no logran entender tu sabiduría!…

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