La luz de mis mañanas veraniegas.

Pueden mis reversibles lágrimas
ser suntuosas como la lluvia fina
y empapar el sustrato de algunas flores
que aún perduran en mi alma.

Hallaré la luz que necesito
entre piedras de caliza encaladas
entre el blanco roto que cubre el barro
y el suelo artificial encementado.

Allí abajo, en el silencio de mis mañanas
en un patio espeso de frescura
será el lugar para encontrarte
cuidando que posibles malas hierbas
no extiendan voracidad entre mis colores.

Tener la paciencia exacta
de expresar el estallido de luz que asoma
cuando te traigo a mi pensamiento
y regarte con sintáxis exactas
los brotes verdes de tu presencia aquí.

Cuando el sol del alba
alise y esculpa las palabras que guardo
te las haré llegar con fuerza inusitada
para que puedas escucharlas
en el resplandor de luz
que reflejan también tus días lejanos.

Palabras ocultas a cualquier mortal,
nítidas y clarividentes a tus ojos,
espejo de mis nebulosos ojos
qué tú enciendes a diario
en mis mañanas veraniegas.

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