LA LUNA Y EL VIENTO
Te ves distante y sola, aunque puedo tocarte y deleitarme con tu belleza, tus ojos nunca me ven; pero después de todo, mi invisibilidad no es tú culpa, pero confieso, soy frágil cuando sonríes a las estrellas, en especial, a la más grande de ellas.
Me duele mirarte y percatarme de que solo brillas por él, quisiera que supieras de mi, que en alguna noche el frío de mi abrazo llegará a ti, que te preguntarás por el helado caballero con voluntad de hierro que mueve las flores para verte feliz.
Eres bella luna, tan bella que Podrías desafiar a la ciencia, para brillar por ti misma; y aún si no lo haces, yo estaría allí, mirando tu oscuridad, esperando con paciencia, a qué me puedas amar.
Olvidate de aquel, que trata de opacarte y ahogarte en su calor; mejor, recuestate a mi lado mientras entonó una dulce melodía que te ayude a dormir.
Oh mi luna! Mi querida luna!
No seas tristeza, no seas soledad, no seas dependencia; pero si quieres, sé ajena a mi.
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