Inventar nuevos aires.

Este mundo que habito es malvado,
no deja que me estreche contra ti,
y, a pesar de la belleza de este cielo,
entiendo que es deletéreo contra mis intereses.
Además de este azul infinito,
y de las formas caprichosas de este ramaje gris,
bebo el aire dorado y tibio de esta tierra
una fragancia que es tuya y es mía,
que es nuestra,
y en su paz encuentro algo de alivio
porque me transporta tu imagen
y te veo, y te siento,
aún sabiendo que tu respirar
se aloja en otros cielos,
otros aires, otros campos.
Este mundo perverso
es injusto con nuestra existencia.
Habrá que inventar el día
donde el vaho de uno sea el alimento del otro
y, sólo entonces,
germinarán nuevos aires,
nuevos cielos,
nuevas vidas,
ahora sí, más justas y oportunas.

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