III
¡Oh sagrado nombre de Jesús!
sufro por cuánto pasa a mi alrededor. Soy un pecador, culpabe de todo lo que sucede; no puedo concebir un mundo sin ti, Dios Padre Todo Poderoso.
Los hijos tuyos viven en la calle, en las esquinas, recordando momentos que quizás nunca existieron, sólo para ser felices un instante. Padre, tú no tienes la culpa y se que nos enredamos en infinitas posibilidades, en paradojas que no sabemos resolver, pero estamos solos en el universo: somos nosotros los causantes de este sufrimiento.
Pero a tu lado, lo sé, están todos perdonados, porque tu amor es infinito, y sé que tú nos amas. Perdón.
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