Horizonte

Oteo al horizonte…
Veo en la lejanía el sol que lentamente se despide del día con el beso tierno de la tarde…
Cierro mis ojos y afinando las cuerdas de mi oído, puedo escuchar el tierno despedir del día que declina, mientras la brisa suave acaricia mi rostro, rosa mis mejillas y besa tiernamente mis labios…
Respiro profundamente y siento como mis pulmones se llenan de aire puro, quiero retenerlo lo más que pueda y sentir la vida que mana dentro de mi…
Quise retener mis pensamientos, cosa inútil evidentemente, escapándose en vuelo de águila de blanca luz, perdiéndose en las montañas de mis recuerdos para después zambullirse en el río trasparente de mis sentimientos. Siguiendo su cause, se lanzaron por la cascada confusa de mis deseos, convirtiéndose en una lágrima que recorrió mi rostro, refugiándose en la selva indómita de mi barba gris, para después saltar al vacío, aterrizando en el bosque de mi pecho. A esa primera lágrima siguieron muchas otras, formando un pequeño cause tímido y silencioso.
Abriendo de nuevo mis ojos oscuros y bañados por el río lágrimas, pude ver en la lejanía dos gaviotas que volaban plácidas, tranquilas y serenas. Parecían suspendidas en el aire. Una se acercaba a la otra pero sin impedir u obstaculizar su vuelo, una curaba y protegía la otra. Mientras más lejano se hacia su vuelo, más penetrante sentía la soledad, que se alimentaba comiendo mi vacío interior y bebiendo mi recóndita tristeza.
Silencio, solo silencio. Sentir, solo sentir. Percibir, solo percibir. Contemplar, solo contemplar.

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