Hasta que mi luz no se apague.
No puedes desaparecer
como no lo hará el rebaño
pastando en la era
la hierba invernal escarchada.
Acaso desaparecerán los amaneceres?
Las frías mañanas de invierno?
Las calles empedradas?
La cal en viejas paredes?
Imposible que no estés
que no te manifiestes
entre el canto de los pájaros
en el susurro del aire
acariciando los robustos alcornoques.
Acaso no te ilumina la Luna?
No corre de fresca agua La Ribera?
No huelen las tomateras
al frescor del verano en tu huerto?
Es imposible que te desvanezcas.
La poesía seguirá existiendo.
La luz morada de tus primera hora.
El aroma del café hirviendo.
Los días con sus noches pasan
y tú quedarás inalterable en mi;
presente hasta en mis huesos
ocupando todas mis estancias.
Es imposible que te vayas de mi
porque formas parte de mi esencia
porque vivo lo que tú sientes
porque siento lo que tú vives.
Te llevo dentro chiquilla
en cada uno de mis desgastados átomos
dentro de lo más profundo de mi ser
donde nada puede desaparecer.
Deja que siga soñando
con dos mecedoras en el porche,
con una casita pequeña,
con noches oscuras veraniegas,
con el sonido del campo,
con infinitos puntos de luz en el cielo,
con una cocina y dos platos.
Déjame que siga soñando
con aquel amanecer rosa
que mirabas cuando eras niña
con caminos que contigo voy caminando.
No pienses más en quimeras imposibles
en tesituras irrealizables
existes en mi vida, manque no quieras,
hasta que mi luz no se apague.
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