El no saber nombrar

La aurora envestida
Ha ensoñado mi mente
Soy ave fugaz del pasado,
Unicornio sin ruta
En un libro encantado
Que cae de las manos
De un enano tuerto,
La mirada enclavada
Se me ha hecho polvo
Y de mis cicatrices
Brotan líneas curvas,
La aurora y el crepúsculo
Lubrican mi espalda azul
Hay canicas de colores
Vertidas en las fuentes
De la plaza, estáticas.
Espero al silencio
Y gimo sin voz en la letra
De cal que emana de mi frente.

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