El almendro blanco.

Hay un almendro
al pie del camino por donde transitas
antes mustio y seco
ahora robusto y blanco por tu paso
Nunca antes respiró un aire igual
al que mueves en tu contoneo
nunca antes se pudo alzar
tan espléndido y brillante.
Duerme feliz
en el silencio apaciguador
de la noche campestre
y en las primeras luces del alba
amanece con el sol
estira su ramaje
y se agita el rocío
acumulado en su descanso.
Empieza temprano a vestirse de gala
y va ordenando una a una sus flores
que abren sus pétalos a la mañana.
Espera paciente en su leña
enraizada entre muros de piedra
y el arroyo de cristalinas aguas.
Su traje blanco está preparado
brilla con luz propia
desprende un aroma de dioses
y grita al cielo sus secretos.
Han sido muchos años
ha estado sombrío mucho tiempo
y ahora que un ángel pasa a su lado
se siente el ser vivo más afortunado.
Yo, que voy tras tus pasos
lo he visto como te mira
cómo te grita desesperado:
«toma, amada mía, mi blancura
toma mi color almidonado
lo he cosido con soltura
para tus ojos dorados».
Yo, que voy tras tus pasos
observo cómo te mira
cómo agita sus brazos
ese almendro al pie del camino
ya no es el mismo árbol
un día pasaste con tu gracia
y te lo quedaste mirando.

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