Edén

Eres como una fruta prohibida
similar a la del jardín del Edén
estás ahí inerte y llena de amor
brillando como estrella polar
apuntando a mi polo, eres mi Polaris
y siempre estuviste ahí pero nunca
voltee al cielo de la manera que
lo hago hoy, sea de día o noche
te busco y deseo ver desde temprano
hasta el anochecer, desesperado
hasta cierto punto, ansioso de ti.
Es un placer compartir una parte
de mi vida contigo, lo disfruto
mientras aprendo de ti, de mí, de ambos.
Pero como toda fruta tenemos
una vida de maduración hasta el
punto de caer del árbol que nos dio
la vida que hoy compartimos,
una fecha de caducidad implícita en
la atracción de la gravedad y la forma
lenta en la cae al suelo, suelo que
parece que está muy lejos y muy cerca.
Me encanta la manera en que tus ojos
me hechizan el alma, de manera ambigua
como de barro y oro, pasión que desborda
mis venas cuando te veo y estoy cerca de ti
un cariño inmensurable que crece y muere
al unísono de una balada que cree para ti.

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