Dos naranjas

 

Dos naranjas completas se encontraban felices con su otra mitad.

Aunque llevaban mucho tiempo unidos, parecía que la otra mitad ya no era tan feliz.

Mientras que la otra esperaba seguir unida para toda la eternidad.

Un día cuando abrieron los ojos, todo era borroso así que sus ojos tuvieron que pulir.

 

Al hacerlo.

 

Vieron una mano impulsiva, atorada, loca, necia e irreflexiva.

Sujetando un cuchillo desleal, traidor, pérfido, alevoso y fementido.

Que se reflejaba bajo la luz de un sol rojo y pasionero.

 

Lentamente se acercaba el cuchillo a las dos naranjas con ademán de que las iba a cortar.

Lentamente se acercaba ese corte egoísta causante de la separación de dos naranjas completas.

Un corte para saciar el apetito y alimentar la carne.

 

Lentamente el cuchillo comenzó a cortar ese hilo rojo que parecía irrompible.

Lentamente el cuchillo comenzó a revelar los verdaderos sentimientos de las dos naranjas.

 

Mientras que una mitad de cada naranja parecía asustarse, sentir tristeza y suplicar que no le separaran de su otra mitad.

Las otras mitades parecían dejarse llevar por la pasión que reflejaba el cuchillo.

 

Un reflejo hipnotizante.

Una descarga de sangre que no puedes aguantarte.

Una sensación de adrenalina abundante.

 

 

Al fin se separaron.

 

 

Una mitad de una naranja y la otra mitad de la otra naranja parecían reír.

Mientras que las otras parecía que las lágrimas les iba a invadir.

Las mitades felices e inconformes con sus anteriores mitades, juntaron sus cuerpos de agua.

Pero solo fue un placer instantáneo como comer naranjas, poco duradero y únicamente momentáneo.

 

Un error del pasado.

Un error que solo trajo un amargo resultado.

Un error que les hizo preguntarse cómo hasta aquí han llegado.

 

Y así convirtieron una naranja dulce, en solo un amargo recuerdo.

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