Soneto de lo que ya no duele

No olvido al asesino de mis flores
Ni al negro grito que habita en tus huesos
No perdono al exilio del exceso
Ni al ruin mercader de los favores

A los cangrejos bajo la almohada
Les obsequio mi desvelado y descocido
Café de anís, lengua de luto y olvido
Miseria notable de alma encarnada

¿Qué batalla no tiene almena urgente?
Cobre altar de tensa lumbre anodina
Dispara al futuro el hambre presente

Suma azar de las últimas rutinas
Rompe un canto la orquesta indecente
Que cita de muerte es tu medicina

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